La quinta del zorro
 

Alfredo Prior

Museo Genaro Pérez

Córdoba

Del 5 de diciembre de 2013 al 5 de marzo de 2014

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LOCUS SOLUS

Quien no puede apagar el fuego de su casa se aparta de ella, escribió Goya, poco antes de abandonar la Quinta donde quedaron sus pinturas negras. El enigma de esta frase, supera todo indicio o conjetura. Quien ahora evoca el hecho, quien se pregunta por lo sucedido, recupera ese mensaje, en ese caos de imágenes y ruidos donde perdura la obsesión. ¿Por qué dejamos lo que dejamos? ¿En qué momento nos convertimos en huésped de la huella? No existe la respuesta única, tampoco los motivos para buscar explicaciones.

En el abandono de otra Quinta, en reservada y lejana simetría, habitaron el fuego y las obras de otro artista. De las mismas, sólo quedan frases sueltas o fragmentos. De aquellas expresiones nunca vistas, esta vez se ofrecen algunos testimonios. De la pintura en estos muros que sin querer quedaron y ahora son parte de lo que se cuenta.

De un artista nombrado Zorro. De zorruna inteligencia. Viejo Zorro de la ciudad y el campo, del que ahora se evocan su infancia, parte de su obra y su locura. De paso fugaz y escurridizo para entrar en todo gallinero, pícaro y travieso, de la estirpe más plateada y andaluza de esta zona de sierras cordobesas.

¿Cuál es el destino individual en el destino de una época? ¿Dónde se inscribe? ¿En qué lugar se recupera la subjetividad de esas preguntas que sólo a él le pertenecen?

Una temporada en Oliva, es el retrato de un artista y también su autorretrato. El color avanza sobre la superficie de la imagen precedente y se revelan de manera simultánea cuerpo y pensamiento ¿quién es?, ¿quién soy?

Dos miradas se cruzan, sin ser una, y ponen en cuestión, la cualidad segura de las definiciones. Retrato y autorretrato de un artista que medita bajo el agua, a través de un sfumato. La pintura corrige la fotografía, mientras subraya el gesto, de quien se ve a sí mismo. Hay una profunda intimidad en la toma, algo que se cita sobre el margen de la desnudez del retratado. En su cabello. En su melancolía. En el nombre de una obra que silencia el infierno y la locura. Es verde el pensamiento sobre este fondo verde. Sobre el paisaje de una idea. La imagen versionada se convierte en el mejor arte de tapa para uno de sus discos. Ser o no ser. Una temporada Punk. Una temporada Pop.

Una mano cubre la mitad del rostro, y nos detiene en ese punto. Danger! No es prudente avanzar hacia esa zona.

¿Una exposición autobiográfica, el intento por reconstruir un mundo desaparecido, o un strip-tease artístico?

Todo, y nada de eso. El gran teatro de la ilusión abre sus puertas. El límite entre el original y lo representado pierde jerarquía mediante la expansión de los efectos. Se multiplican las versiones en la secuencia de estilos e intercambios. A través de un joven manierismo se restablecen los fragmentos, y las ruinas que han quedado, son materia de recuperación de aquel impulso. De las obras nunca vistas, otros creadores ofrecen testimonio a través de la escultura, el bordado o el video. Ahora ellos conocen, una parte del secreto, que las pinturas de la Quinta guardan.

Como el incansable poeta de Locus Solus, este Zorro escribe la primera y la última página de un Glossarium erudito, de paisajes, retratos, personajes de la mitología y extravagancias sinfónicas. La línea de este tiempo se tensa y transparenta durante la evolución del argumento. Entre la infancia y la fuga. Abstracciones sobre cartón, viejas fotos o impresiones laser. Lentamente se deposita el oro en las marcas invisibles, en la escritura fresca que dejó la espina. Con paciencia, las piezas se acomodan y alcanza su fulgor el conjunto de invenciones. Una manera desigual de hacer memoria o de buscar en ella, lo que podríamos imaginar, un nuevo olvido.

https://museogenaroperez.wordpress.com/2013/12/02/la-quinta-del-zorro-alfredo-prior-exposicion-individual-instalacion-y-formatos-varios/

https://www.lavoz.com.ar/ciudad-equis/el-genaro-perez-cierra-el-ano-con-varias-muestras