La estrategia del caracol
Muestra colectiva no abierta al público
Más de 45 artistas locales
Edificio en construcción SOHO 1
Co curadora – Catalina Urtubey
Córdoba
Noche del 5 de diciembre de 2015 – Desde las 20 PM Hasta las 4 PM
Texto de Claudia Santanera
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LA ESTRATEGIA DEL CARACOL
El impulso de habitar por unas horas una casa. La del otro. Un desconocido. Habitar la idea de
habitar. Desalojo y construcción del propio hábitat. Desafío del que habita, la percepción de sí,
girar sobre uno mismo, vacilar. Multiplicación de las acciones, breves ceremonias. Aquí la
cama, aquí la mesa, aquí el cuaderno. Desplazamiento y fuga del arraigo en un ensayo de
mudanza. Estar fuera de la casa y dentro de ella. Vivir en una calle, contar las cuadras, leer la
dirección de un sobre. Cualidades del buen vecino. Saber donde vivimos, estar seguros. La
propia casa, la imagen de ella en nuestra mente, reconocida en formas anteriores. La casa de
la abuela, de la infancia. Multiplicada en cada sitio al que llegamos como un eco del espacio
habitado. Aquí la cama, aquí la mesa, aquí el cuaderno. Ocupar una casa, medirla con nuestros
propios pasos. Ser la fragilidad de esa medida. Limpiar la casa, abrir ventanas, jugar en la
terraza. Caparazón, nido, guarida. La casa del bosque nos habita en un lugar lejano. Sueño que
vuelvo a subir las escaleras, reconozco las puertas oscuras y la voz de los vecinos. Miro hacia
arriba y veo el espiral que forma la baranda. Tengo que llegar al cuarto piso, me falta un poco
el aire. Ocupar una casa. Desocuparla. Mover los muebles, vaciar roperos, regar las plantas. En
mi memoria hay una casa, una ciudad a la que vuelvo en ella. El paso de la luz a través del
vidrio y las cortinas, el olor de las tostadas. Habitaciones, hábitos, habitantes. Me voy, me
marcho, alojo, ocupo, cuido. Apartamiento. Apartamento. Lleva su casa el caracol. Casa y
cuerpo al mismo tiempo, ser lo mismo. Debajo de una hoja, en la maceta o en el medio del
océano. A la intemperie caracol bajo la lluvia. Herencia. Los caracoles ya no estarán aquí, se
habrán ido al final del día. Serán invisibles, estarán ocultos. No serán los mismos cuando los
ruidos hayan desaparecido. Por encima del tiempo, formarán nuevas colonias en otros
vecindarios. Llega la medianoche y aún se escuchan los silbidos en los pasillos. Es hora de
dormir. Fin de la palabra y el gesto unido. Los ruidos toman un ritmo más definido al abrirse
paso en la oscuridad. Desocupar el espacio para nombrar una promesa. Un deseo. Los hilos
brillantes que han dejado los genios de la madrugada. La casa encendida mientras oye el latido
de su propio corazón.