online casino philippines gcash Días en la casa flotante – Claudia Santanera

Días en la casa flotante

Alfredo Prior
Sasha D. Espacio de arte.
Córdoba
Del 27 de Junio al 11 de agosto de 2012

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DÍAS EN LA CASA FLOTANTE

Una casa construida sobre el agua. Se abren sus puertas y se cierran con los sucesos
y las estaciones.

La casa flotante navega sobre la inminencia de los días.

No hace falta hacer la cuenta, llegan sólo para mirarse y descubrirse en el reflejo de
esas tintas disueltas en el agua.

En esa mezcla de color, y a la manera de un pincel, el pintor pinta con la cola de un
gato que sostiene entre sus brazos.

Los colores cambian, y cada instante reflejado en ellos.

El sol pasa a través de las ramas, las hojas y los frutos. Los pájaros se despiertan
más temprano que de costumbre para picotear el cartón extendido en el taller bajo los
talas. Los mismos pájaros que huyen de las tormentas en alta mar.

La que ya ha contemplado Turner atado a un mástil del Ariel muy cerca del naufragio.
Días en el barquito estudio de Monet, pintando a plena luz, mientras navega. Mientras
Manet lo pinta mientras pinta.

¿Qué veo? ¿Qué vemos?

El silencio de la escena, la quietud del barco, el pintor pintando al aire libre. Su taller
horizontal, sobre la línea de flotación. Días de inmersiones y de calma.

El agua fluye bajo esa casa que parece detenida. Regresa el pintor con su sombrero
perforado para inquietar la superficie.

Son los azules de la sombra sobre el plano un poco más claro, los que dejan pasar los
naranjas y los verdes de este modo. Con estos brillos y esta efervescencia. El verde
que desborda hacia la costa.

Los días transcurren, mientras vuelve Hokusai a pintar el monte Fuji. No le alcanzan
36 veces, la eternidad del monte para traerlo hasta su casa interior, hasta este mundo
en sí. No le alcanza con la distancia recortada por la línea negra del contorno que lo
separa del cielo. El artista sabe que una vida de prodigio eterno se guarda en esa
cima. En su soledad, busca la última verdad sobre la pintura.

Prior cierra los ojos mientras su cuerpo dibuja el movimiento de los pinceles en la obra.
El movimiento de sus abanicos en el color, sobre el horizonte que lo sostiene. Sobre
esa casa flotante que ya es toda de luz y noche confundida. Los signos del color y de

la dicha han sido tallados con paciencia. Sólo él conoce sus significados. Los umbrales
que ha cruzado para iluminarla.

Más allá de los puntos infinitos, donde las cosas más bellas se construyen en la noche
y se desvanecen durante el día; el extenuado gesto del artista permanece en esa
multitud de formas donde se quiebra el plano. Saltan las gotas hacia la tarde y ya
nadie sabe si son las montañas las que se recuestan en el agua junto a los peces o
son una invención de la mirada en su anhelo de elevarse.

Son los días en la casa flotante, los primeros y los que le siguen.