Colectivo Mondongo
Colectivo Mondongo
Museo Emilio Caraffa – Salas 2 y 3.
Córdoba
Del 28 de agosto al 27 de noviembre de 2014
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LA SOÑADORA MATERIA
Escribe Osvaldo Lamborghini: El cuerpo, en un crepúsculo de blandura / (o varios amaneceres) se envuelve en una piel con agujeros.
El cuerpo se ilumina y oscurece entre estas manchas, y se revela un mapa que es dibujo y a la vez poema. ¿Cuál es el secreto de lo que está a la vista y no alcanzamos? ¿Qué se esconde entre los hilos, entre las infinitas capas que conforman un retrato? La carne es pensamiento, archivo y enunciado.
En ese instante de esplendor de la materia, la palabra se suspende y calla. El gesto en el retrato de Francisca, de los niños Fogwill, de las madres. Frente a la desmesura de la escala, la mezcla de las tonalidades o la abstracción en ese extenso campo del detalle, advertimos la presencia y pureza del enigma.
Los dedos vuelven a pellizcar las hebras. Con paciencia, se hace realidad la dicha y laboriosidad que evocan. ¿Así nos conformamos? ¿De muchos hilos, de millones de hilos? Criaturas de las acciones reiteradas, emergen de las sombras, entre las veladuras y vacíos. Los rostros se completan durante ese movimiento de escrituras y lecturas que se cruzan.
Juliana alude a Niestzsche: La carne es la matriz de la que surge el pensamiento. La carne es sensibilidad. Pero es la sensibilidad íntima, secreta, profunda, absoluta de mi dolor.
Los materiales llegan hasta el límite de su propio ambiente y cualidades. La invención de los lenguajes. La variedad de idiomas, que invoca esta forma de pintura sin pintura, se formula en el estilo, en los procedimientos, en el arco radiante que conecta el objeto con su origen. ¿No es acaso parte del sueño del artista?
En esta galería de retratos, la materia, sueña y se despierta en ella.
Las expresiones de los rostros nos sustraen, nos capturan. La observación se hace más profunda y detenida en el intento de observarnos a nosotros mismos. Nos adentramos en este territorio silencioso, nos perdemos entre las conjeturas. Rastrillamos las hebras en busca de algo que se oculta, una frase o un suspiro.
¿Cuál será el motivo de tal encantamiento? Mondongo expone, aplica y retira sedimentos para descubrir lo que hay debajo. Insinúa que el cuerpo se envuelve en una piel con agujeros. Sin maquillaje. En estado de ángel los modelos. Ángeles sin alas, sin protección, ni compañía. Desnudos rostros. Alumbrados desde adentro.
La obra de Mondongo refuerza en sus detalles el misterio del conjunto. Como si cada instancia de la vida de los seres y el paisaje, se fueran grabando en una cinta ultra sensible. Como si un registro permanente de los datos alimentara ese sistema. Ser artistas de un mundo móvil, de esa dimensión inquieta que posee la materia, los convierte en extraños cineastas de la imagen en el cuadro.
¿Es la identidad de sus recursos lo que aporta ese ingrediente? La plastilina se entibia mientras el artista la modela, cambia de estado, se vuelve más flexible sin mediaciones o artificios. Cobra su forma en la madera de los árboles, en el ramaje de los esteros y bañados. Es allí, en los paisajes de Entre Ríos, donde la fibra se pudre y se degrada, pero también renace de la herida. Hay olor y sombra en esta zona de pantanos, olvidada, lejana, impenetrable. Somos observadores y parte del paisaje, la cercanía nos conmueve. La carne de esos árboles se parece a nuestra carne. Somos parte de esa inteligencia vegetal que en la humedad de la penumbra, se renueva, cruje, persevera a pesar de todo.
¿Qué oculta Mondongo, o qué nos muestra, de lo cual no podemos sustraernos? Retratos, naturalezas muertas o paisajes. La novedad de lo que no es moda sino actualidad y presente. Mondongo cruza los mensajes y las líneas en esa instancia del trabajo colectivo, descree de autorías, reelabora y restituye sin perder de vista a sus maestros. Navega en internet como en esos montes saturados de agua. Algo así, conforma el mundo íntimo y secreto de su casa, su trabajo cotidiano, los hijos, los amigos.
Mondongo a través de su trabajo se observa a sí mismo en tanto organismo que vive, muta y multiplica. Hace del retrato su propio autorretrato. Los rostros son el eros de su vida, el paisaje mental de lo que aman, y su forma de acceso a la poesía.
https://www.lavoz.com.ar/ciudad-equis/mondongo-es-un-organismo-vivo